Dejemos de preocuparmos por tonterías

Es frecuente que encaremos los grandes desastres de la vida con valor y que, en cambio, las mequeñas minucias nos venzan. Las cosas que causan la mitad de los pesares son los pequeños golpes a nuestra estimación, las faltas de consideración, las heridas sin importancia a nuestra vanidad. Las preocupaciones sin importancia nos desagradan y nos angustian sólo porque las exageramos.
Cor lo breve que es la vida y nos pasamos horas ireemplazables en rumiar agravios que, al fin y al cabo, habrán sido olvidados por nosotros y por todo el mundo. Recuerda: la vida es demasiado breve para ser pequeña.

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