La Anticipación como método para estimular el pensamiento positivo

Imaginar, paso a paso, una situación que puede producirnos estrés o ansiedad, y a uno mismo desenvolviéndose con éxito, es una de las estrategias útiles para fomentar nuestro pensamiento positivo.

Por ejemplo, ante nuestro miedo a una entrevista de trabajo, imaginemos el encuentro con nuestro interlocutor, sonriendo y dándole la mano con confianza. Imaginemos respondiendo a todas sus preguntas y que finalmente nos ofrecen el empleo deseado y aceptamos.

¿Está justificado nuestro estrés agudo?

El estrés agudo se produce cuando una persona experimenta una sensación de peligro inminente. La amenaza se percibe por la mente y el cuerpo entonces reacciona: el ritmo cardíaco se acelera, aumenta la sudoración, se siente miedo, angustia...
La fisiología del estrés agudo se ha desarrollado en los seres humanos como una forma de proporcionar energía al cuerpo, a fin de afrontar peligros reales, como el inminente ataque de un animal peligroso.
Sin embargo, hoy día, el mecanismo de lucha o huida suelen activarse en situaciones que plantean amenazas psicológicas, como por ejemplo, un examen o una entrevista de trabajo.

El ejercicio físico despeja el espíritu

Cuando te encuentres preocupado y dando vueltas interminables a un asunto, un buen ejercicio físico ayuda a eliminar la depresión. Puede consistir este ejercicio en un largo paseo por el campo o media hora de boxeo en el gimnasio.
Cansarte físicamente te aliviará de los problemas, de modo que cuando vuelvas a ellos sentirás fuerzas e ímpetus renovados.
Usa más tus músculos y menos tu cerebro cuando estés preocupado y te asombrarás de los resultados: la preocupación se va cuando el ejercicio comienza.

No perdamos un minuto pensando en las personas que nos desagradan

Para cultivar nuestra salud mental, que ha de procurarnos paz y felicidad, recordemos esta importante  premisa:
No tratemos nunca de pagar con la misma moneda a nuestros enemigos, porque, si lo hacemos, nos haremos más daño que el que les hagamos.
Pensemos que, si nosotros hubiésemos heredado las mismas características físicas y emocionales que nuestros enemigos y si la vida hubiese sido para nosotros lo mismo que para ellos, actuaríamos exactamente como ellos actúan. Por tanto, en lugar de odiar a nuestros enemigos, compadezcámoslos y demos gracias a la vida por no ser igual que ellos.

Entradas populares