Aceptar lo que ha sucedido es un paso esencial si queremos superar las consecuencias de un hecho triste.
El no aceptar las desgracias, hace que las penas aumenten y nos abandonemos a nosotros mismos.
Repítete a tí mismo: "Está hecho, no puedo cambiarlo, pero puedo soportarlo y lo soportaré".
Todos aprendemos tarde o temprano que debemos aceptar lo inevitable y cooperar con ello. Son sorprendentes nuestros recursos interiores; sólo se precisa que queramos utilizarlos.
No es una desdicha ser ciego, sino no aceptar la ceguera.
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