La persona que siempre se cree estar en posesión de la verdad, no sólo demuestra una arrogancia intolerable, sino también una ignorancia suprema.
Aquellas personas "iluminadas", nos hacen perder el tiempo y nos suscitan malestar. Resulta difícil ayudarles a salir de su error, pero una táctica que suele dar buen resultado es dejar de escucharles. Si nos miran por encima del hombro, ¿por qué vamos a mirarlos por debajo?
¡No hagamos lo que esperan de nosostros¡ y, quizá de esa forma, se sientan obligados a plantearse su conducta.
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