Cuando pensamos que nuestro problema no tiene solución, en realidad le estamos diciendo a nuestro cerebro que, haga lo que haga, está todo perdido. El cerebro se lo termina creyendo y actúa como si de verdad no se pudiera hacer nada. Nuestra "mala" predisposición determina, con demasiada frecuencia, una realidad negativa.
Si ponemos toda nuestra energía en nuestra contra; si continuamente nos decimos lo insatisfechos que nos encontramos, sin duda será difícil que nos sintamos bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario