Para cultivar nuestra salud mental, que ha de procurarnos paz y felicidad, recordemos esta importante premisa:
No tratemos nunca de pagar con la misma moneda a nuestros enemigos, porque, si lo hacemos, nos haremos más daño que el que les hagamos.
Pensemos que, si nosotros hubiésemos heredado las mismas características físicas y emocionales que nuestros enemigos y si la vida hubiese sido para nosotros lo mismo que para ellos, actuaríamos exactamente como ellos actúan. Por tanto, en lugar de odiar a nuestros enemigos, compadezcámoslos y demos gracias a la vida por no ser igual que ellos.
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