¿Importan el físico y la edad en una relación?

En general, las mujeres  preferieren los hombres mayores, mientras que los hombres prefieren buscar a mujeres más jóvenes. Los hombres buscan más jóvenes y muchos se escudan en la confesión que son inmaduros y una mujer de su generación no los entiende. 
En cuanto a la belleza,  a la mujer se le sigue exigiendo mucho más en el terreno físico. 
Sin embargo, al margen de la edad y el físico a la hora de elegir pareja, aumentan las personas que piensan que el amor es una cuestión de valores e intereses antes que de similitudes generacionales o atractivos físicos.
Tras un pasado amoroso, cada vez hay más  hombres y mujeres que saben y reconocen que no siempre la atracción física es condición esencial para amar a otro. 

Las mujeres y los hombres tenemos un registro emocional y eso puede influenciar en la lectura que hacemos sobre el otro. Pero también influye la procedencia cultural, el desarrollo personal, la sociedad en la que estamos asentados.
 
Es importante tener presente que la condición de ser guapo, joven y de poseer cierto bien material no dura toda la vida.

Los gestos de seducción

Existen gestos mecánicos que indican nuestro deseo de mostrarnos al otro: las mujeres juguetean con el cabello, se humedecen los labios o sonríen con la boca abierta. Los hombres se pasan la mano por el pelo, manosean su corbata o miran con atención el cuerpo de la mujer. Según avanza el galanteo, se producen miradas rápidas o prolongadas a los ojos.
Las mujeres suelen ser las primeras en intentar establecer contacto físico, tocando suavemente alguna parte del cuerpo del hombre ( el brazo, el hombro...). Si no, se recurre de forma inconsciente al tacto de seducción, con conductas como pasar el dedo varias veces por el borde de una copa o hacer figuras imaginarias en la barra de un bar.

Es importante hacer cumplidos

A todos nos gusta escuchar cosas agradables sobre nuestras conductas, aspecto... y, cuando aceptamos un cumplido, permitimos que la otra persona sepa que le apreciamos. Además, si hacemos cumplidos aumenta la posibilidad de que los demás nos los quieran hacer a nosotros. Pero existen dos reglas básicas: ser sinceros y elegir el momento adecuado.

La depresión del desempleado

El desempleo puede ocasionar depresión, insomnio, agresividad y pérdida de la autoestima.
La situación del parado, con falta de autoestima, y consideración de inutilidad le lleva a pensar que no sirve para nada.
El tema de la economía familiar se convierte en obsesión. Cada vez tiene menos relaciones sociales. Se recluye.
Si el parado es, además, cabeza de familia, el problema se agudiza y la salud del otro se destruye paralelamente.
Si hay algún problema mental subyacente, el paro lo agudiza de forma inmediata.
El parado de ciudad vive con más angustia la situación (en el ambiente rural hay más solidaridad y existen más posibilidades de subsistencia).
En la ciudad queda el refugio de la familia; pero el afectado se siente infravalorado, pierde autoestima y se encierra en sí mismo. Ni la familia le sirve como consuelo.
Por otro lado, la pérdida de empleo hace aumentar la percepción de empeoramiento de la salud hasta en un 50%. Y entre quienes no tenían ningún tipo de enfermedad la probabilidad de un trastorno nuevo tras el despido es de un 83%.

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