1. Practica reír 5 minutos al día. Finge reír hasta que lo logres.
2. Busca el humor a tu alrededor – en carteles, en el comportamiento de las personas, en la TV, en los periódicos, en las cosas que otros dicen, en las cosas alocadas que te suceden. Lleva un diario.
3. Comparte tus momentos embarazosos con otras personas.
4. Aprende a jugar con cosas que son serias como el trabajo, aspectos sociales, dinero, etc. Por ejemplo: utiliza juego de palabras, canciones tontas o desarrolla una visión cómica del problema para ayudarte a reír y lidiar con ello.
5. Ríe con otras personas cuando ellas lo hagan.
6. Intenta una sonrisa. Estás un paso más cerca a la risa.
7. Busca entretenimiento que te haga reír.
8. Diviértete con tu propio sentido del humor.
9. Escucha diariamente un CD que contenga risas o busca en internet videos que te hagan reír.
10. Compra juguetes graciosos que te hagan reír.
11. Ponte sombreros que te hagan reír.
12. Cultiva tu alegría innata.
13. Sé creativo con respecto a las cosas que te entretienen.
14. Asegúrate de disfrutar.
15. Date permiso para reír cuando sientas ganas de hacerlo.
16. Haz por lo menos una cosa graciosa al día.
El morderse las uñas (onicofagia) es un mal hábito que tienen más de un 30 % de los adolescentes y algo más del 5% de los adultos.Muchos especialistas asocian esta acción completamente involuntaria a personas que sufren ansiedad, depresión o incluso angustia.
Para muchas de estas personas el morderse las uñas empieza como una manera de distraerse y acabar con la ansiedad que sufren en un momento determinado. Luego se convierte en un acto reflejo inconsciente y automático que es cada vez más difícil de dejar.
La onicofagia tiene a su vez consecuencias que van más allá de la estética. El comerse continuamente las uñas puede causar problemas en su crecimiento e incluso pequeñas heridas inflamadas y dolorosas en el dedo. También es verdad que se ha demostrado que una cuarta parte de las personas que tienen dolor en ciertas articulaciones de la mandíbula se muerden las uñas. Igualmente este problema puede provocar alteraciones en los dientes por el continuo movimiento del incisivo superior contra el inferior.
Es un problema de origen nervioso, con lo que si se presiona demasiado a quien la sufre solo se consigue el efecto contrario. Hay que conseguir que la persona afectada entienda el problema e intentar recurrir a algunos sustitutos en momentos de tensión, como comer chicle o mantener las manos ocupadas llevando en ellas por ejemplo una pequeña pelota. También resulta efectivo en los adultos hacerse la manicura con una capa de esmalte que ayude a evitar tentaciones.