El
cuidador de un familiar con una enfermedad crónica grave sabe que no hay descanso. La situación afecta a toda la familia y sus necesidades se convierten en el centro de todo lo que les rodea.
El cuidador puede verse en situaciones asfixiantes y su estado anímico suele acabar resintiéndose. El
cansancio tanto físico como psíquico es habitual y puede generar desajustes y tensiones familiares.
Instalarse entonces en la negatividad es cosa fácil, casi natural. Sin embargo, para que nuestras fuerzas resulten eficaces y atendamos satisfactoriamente al enfermo,
el ánimo del cuidador tiene que ser positivo. El cuidador debe ayudarse a sí mismo a sentir la ilusión por vivir, cada instante de su vida.
Así podrá transmitir alegría y serenidad al enfermo.Es recomendable que todos los días (al margen de la labor de asistencia al enfermo) dispongamos de un
rato para nosotras mismas y otro para nuestra pareja e hijos. Los amigos también están ahí, no pierdas el contacto.
Hacer ejercicio, al menos durante media hora al día, y acudir cada cierto tiempo a espectáculos al cine, teatro, museos...o simplemente pasear, te vendrá bien.
Es aconsejable, cada cierto tiempo, contratar la ayuda de profesionales, o pedir ayuda a familiares o amistades, para que nos reemplacen,
sin sentimientos de culpabilidad.Recuerda que el enfermo, además de cuidados básicos precisa tranquilidad y mucho afecto.
Demostrarle amor y afecto no sólo le ayudará a él, a tí también.Ten presente que, aunque tu vida ha sufrido cambios, sigues siendo protagonista de ella.