¿Cuáles son los medicamentos para la depresión que "enganchan"?

Los antidepresivos, antipsicóticos y estabilizadores del ánimo no causan ningún tipo de dependencia. En cuantoa a los ansiolíticos e hipnóticos (ambos, en general, benzodiacepinas), son causa potencial de dependencia, pero, e incluso en su caso, un uso durante tiempo limitado y en una pauta convenientemente ajustada evitará en la mayoría de los casos este inconveniente.

La mayoría de las personas que toman circunstancialmente ansiolíticos en algún momento de su vida no se enganchan al fármaco. Incluso en el caso de desarrollar cierta dependencia, una clara voluntad de retirar el tratamiento y una pauta de descenso de las dosis supervisada por un especialista son eficaces en un alto porcentaje de los casos.


Las formas más comunes de ansiedad

Las formas más comunes de ansiedad son:
  • Ansiedad social: es una forma de ansiedad creada a partir del miedo a lo que otras personas pueden pensar
  • Trastorno de pánico: provoca la necesidad de huir de cierta situación en que una persona se ve inmersa. Los síntomas incluyen latidos acelerados del corazón, sudoración, temblores, miedo a perder el control, miedo a morir y sentimientos de irrealidad
  • Trastorno de ansiedad generalizada: la ansiedad generalizada puede ocurrir por la preocupación excesiva, poco realista, durante un largo período de tiempo. Puede centrarse en cuestiones de salud, relaciones, carrera, etc.

L-Tirosina para la depresión

L-Tirosina es un aminoácido no esencial que estimula el funcionamiento cerebral. La tirosina ha sido propuesta como tratamiento para varias enfermedades en las que la función es alterada o disminuida como la fatiga y la depresión. También ha sido probada para el trastorno por déficit de atención (ADD).
Las buenas fuentes de tirosina incluyen productos lácteos, carnes, pescado y frijoles.
Si una persona toma suplementos o come alimentos ricos en tirosina, puede experimentar mejoramiento del estado de ánimo.

Qué hacer si nuestro problema no tiene solución

Cuando pensamos que lo nuestro no tiene solución, lo mejor que podemos hacer es alejar de nuestra mente esos pensamientos y sustituirlos por otros más neutros; si nos resulta muy difícil podemos ayudarnos centrándonos en una actividad distinta, haciendo un poco de ejercicio físico ( por ejemplo, andar) o dándonos órdenes mentales continuas sobre lo que estamos haciendo, para que nuestra mente no se disperse y vuelva a centrarse en lo que nos preocupa.

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