Olvídalo, perdónalo. Sé feliz, deja que tu vida transcurra positivamente la margen de pensamientos mezquinos que no deben tener cabida en tu mente. No tengas enemigos.
Aprende a perdonar la mezquindad, la envidia, la ira, el engaño, la mentira, la cobardía, la hipocresía, la venganza, el odio, el rencor, el olvido, la desconfianza, la avaricia, la soberbia, el desprecio, el desdeño, la humillación, las críticas... En realidad son carencias, manifestaciones de una persona que nos duelen, pero que quizás deberíamos compadecer, más que reprochar.
Si no puedes perdonar a una persona, el problema está en ti. Serás tú el que pagará el coste. Si tienes un pensamiento negativo sobre un enemigo piensa en lo que ocurre: ¿enfado, malhumor, frustración, ira, venganza, recreo mental de las situaciones que desencadenaron la enemistad..? A veces esto dura durante años y el sujeto es un familiar o un íntimo amigo.
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