HAY QUE ENSEÑAR A NUESTROS HIJOS A NO SUFRIR INÚTILMENTE


La educación que recibimos desde pequeños por parte de los adultos tiende a sensibilizarnos hacia lo que nos puede perturbar, producir inquietud, inseguridad y desconfianza. Muchas inseguridades y fustraciones tienen su origen en esa enseñanzas que nos inculcan desde niños.
Parece que se nos olvida la importancia del refuerzo, del reconocimiento, de animar a las personas, y, por el contrario, cobra importancia el castigo, la humillación o la agresividad.
Estas son algunas enseñanzas que debemos potenciar para que nuestros hijos no sufran inúltilmente en sus vidas:
* Debemos fijarnos en lo positivo, no en lo negativo.
* Reforzar, en lugar de sancionar.
* Emplear la motivación, en vez del deber y el miedo.
* Dialogar, en lugar de imponer.
* Potenciar el razonamiento, no el seguidismo
* La alegría y la esperanza, en vez de la tristeza y la derrota.
* La seguridad, en lugar de la inseguridad.
* La autoestima, en vez de la humillación.
* La confianza, no la desconfianza
* La generosidad y no el egoismo.
* Potenciar el equilibrio, la madurez y el autocontrol, en vez de la tiranía o la manipulación, el desequilibrio o la insatisfacción permanente.

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